Desempleo

Quería irse, hubiera hecho cualquier cosa para lograrlo, escapar a la selva, pensó, y luego se dijo a sí mismo "idiota".

Ya nada se movía, en su ciudad todo era estático. Los chicos de la plaza no jugaban a nada, se miraban las caras como diciendo ¿y ahora qué?

No había trabajo, ni ocupación alguna y se sentó a orillas del mar para ver la danza de la naturaleza, tan mágica, tan incorruptible.

Ser gaviota, poder volar, miraba el cielo que chocaba con el mar y ahí estaban, libres, sin ataduras a merced del viento, planeando.

Un barco de pesca le inundó la vista y la imaginación, la leyenda en japonés era un jeroglífico y no le interesaba descifrarlo, no era eso lo importante, lo importante era lo urgente, huir de la desolación.

El barco se mecía o eso parecía mirándolo fijamente y no dudo en ese instante en irse en aquel salvavidas gigante, lleno de japoneses y de pescados.

Pensó en ir a la banquina y pedir que lo lleven, entonces reaccionó, ni pasaporte tenía y no hablaba japonés, de pescar no tenía ni idea, y se cagó de risa solo, mirando el buque.

Rió como loco, después se levantó de la piedra que había elegido como asiento, se limpió el pantalón con unas palmadas en el culo y mirando hacia abajo se fue, caminando despacio sin saber que hacer.

Se dijo por primera vez" Tengo25 años, todo por delante, no me voy a dejar morir en este cementerio. No, de ninguna manera”

Algo en él se había despertado y eso era bueno.